miércoles, 3 de octubre de 2012

jesus salvador





Jesús, mi salvador

“No es voluntad de vuestro Padre Celestial que se pierda uno solo de estos pequeños” (Mt 18, 14)
La Voluntad de Dios es que todos nos salvemos, que imitemos a Jesús en nuestra vida diaria, que cumplamos su santa y perfecta voluntad, que veamos su Providencia en el tiempo presente y que amemos a nuestro prójimo como Él nos ama. Cuando preferimos nuestra voluntad a la suya, pecamos o debilitamos nuestra propia voluntad.
Por su vida, muerte y resurrección, Jesús nos mereció el que el Espíritu Santo habite en nosotros y, por la gracia de este Espíritu, somos capaces de alzarnos por encima de nuestra voluntad y nuestros deseos y vivir en la Suya, en su Paz y en su Amor.
Vemos que hay dos factores que actúan en la salvación: Dios y nosotros.
La voluntad de Dios
a. La Voluntad del Padre es que todos nos salvemos.
b. Jesús obtuvo dicha salvación derramando su preciosa sangre.
c. El Espíritu colma nuestra alma de gracia, dones y frutos para santificarnos.
Nuestra cooperación
a. Debemos querer ser salvados y usar este deseo para cumplir la voluntad del Padre.
b. Debemos hacer uso de los frutos de la Redención arrepintiéndonos de nuestros pecados, recibiendo la Eucaristía, el Bautismo, la Confesión, la Confirmación y los demás sacramentos que nuestro estado de vida requieran.

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estudiante de "CCB"chiquian-Ancash
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